Isla Venado Aquacultural Cooperative

Allan estudió en el Instituto Nacional de Aprendizaje e hizo prácticas en una compañía de cruceros en Papagayo. Sus prácticas incluían la pesca, y eso le hizo darse cuenta de que quería trabajar para su comunidad. Decidió espontáneamente volver a su hogar, Isla Venado. Siempre le había parecido un paraíso. Quería contribuir a su comunidad, y un amigo le sugirió que la mejor forma de hacerlo era a través de una cooperativa registrada. Allan aplicó su espíritu emprendedor celebrando rifas, vendiendo empanadas y organizando partidos de fútbol para recaudar los fondos necesarios para poner en marcha su proyecto. Otras personas, e incluso universidades, se involucraron para darle apoyo económico. Para su cooperativa, Allan incluyó a pescadores locales y mujeres en un proyecto de acuicultura para producir camarones. Ninguno de ellos tenía experiencia previa en este campo. Con la ayuda de un biólogo, presentaron el proyecto al gobierno para su aprobación. Los primeros años fueron muy difíciles. Una tormenta destruyó gran parte de su trabajo. El segundo año les robaron todas las gambas. En total, hicieron falta ocho intentos para crear el modelo perfecto de producción de gambas. Con cada intento, Allan y los miembros de la cooperativa aprendían. Siguieron adelante, a pesar de los contratiempos. No querían que todo el tiempo y el dinero invertidos en el proyecto quedaran en nada. Ahora el proyecto es un gran éxito. Han pasado de tres cabañas a 27. Y si antes les entusiasmaban 300 visitantes, ahora son más de 7.000 al año. Allan y los miembros de la cooperativa creen que las dificultades a las que se enfrentaron en su día les han permitido apreciar mejor el proyecto y la importancia de sus esfuerzos. También han llegado a reconocer la fuerte conexión que tienen con los recursos naturales que les rodean. Allan, que antes era un humilde pescador, es ahora un líder comunitario que lucha por mejorar la calidad de vida de su comunidad.